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En sí misma, la ciudad es atractiva. Llama la atención el orden del tránsito vehicular, gracias a sus pasos a desnivel, puentes y túneles, y claro, su abundante vegetación en cada espacio libre. Esto parece una filosofía no sólo de sus autoridades, sino también de los ciudadanos, pues de las viviendas y locales de empresas e instituciones, cual brazos agigantados, se extienden frondosas ramas de los árboles que se cultivan en los jardines.La maravilla es el caudaloso río Daule, sobre cuyo cauce se extiende un enorme puente y en una de sus orillas se impone uno de los más impresionantes atractivos naturales: el Parque Histórico de Guayaquil (Ecuador), que deja extasiado a cuanto visitante se adentra entre su vegetación. Leer texto completo.
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