29/7/11

Tras las huellas del Dios de las Montañas

Moche es tierra de mitos, leyendas y tradiciones, valores latentes en la memoria colectiva de los herederos de esa ancestral civilización que consolidó los cimientos de su imperio en base al barro y al algarrobo, con los cuales edificó templos y fortificaciones imponentes que hoy admiramos en la costa norte del Perú.
Cultores de la orfebrería, la arquitectura, la agricultura, la cerámica y grandes astrónomos guiaron sus ideales en torno al poderoso Dios de las Montañas, de quien dependían las lluvias, las buenas cosechas y los triunfos en las guerras; en consecuencia, le tributaban periódicos rituales y sacrificios humanos. Texto completo

Chulucanas, tierra de ceramistas

La expresión artística más tangible y evidente de los pueblos preincas fue la cerámica, a través de la cual expresaron sus actividades rutinarias, sus creencias y su cosmovisión del mundo mítico. Este arte también permitió conocer el grado cultural que alcanzaron.
La cultura Vicús que se asentó en el territorio de Chulucanas (Piura) tuvo un enorme auge cultural, irradiado a otras civilizaciones de menor desarrollo, tal cual se aprecia en su cerámica excavada en el cerro del mismo nombre, a tan sólo siete kilómetros al sur oeste de la ciudad. Texto completo.

28/7/11

Artesanía de la campiña, herencia de los moches

Cuando mencionamos la cultura Moche de inmediato nos imaginamos los grandes monumentos arquitectónicos, su cerámica, sus coloridos alto relieves, la Dama de Cao o el Dios de las Montañas; pero, junto a ese ingente legado de las antiguas civilizaciones que poblaron la costa norte, ahora encontramos una cultura viva, hombres y mujeres que heredaron sus saberes, en quienes apreciamos no sólo sus rasgos fisonómicos, sino ese quehacer artístico que continúa vigente en la historia contemporánea. Texto completo.

Cachicadán: un paraje de ensueño

“El siglo pasado, a causa del gélido frío en las alturas de Pasto Bueno y Tamboras (Santiago de Chuco), Zoila Gálvez Rondo padeció un reumatismo crónico que le entumeció las extremidades inferiores. Preocupado, su hermano Wenceslao, dueño de las minas de tungsteno ubicadas en esos lugares, averiguaba y buscaba la cura para este mal hasta que se enteró que en el balneario Cachicadán habían unas aguas termales con propiedades curativas.
No dudó y trasladó en andas a Zoila, en un recorrido de 100 kilómetros. Ya en este lugar la colocaron en una sábana y a diario, entre cuatro personas, la sumergían y la sacaban de una poza. Al cabo de tres meses la mejoría fue total y el acontecimiento fue celebrado a lo grande, con la reunión de toda la familia que vino desde muy lejos”. Texto completo.

La Huaca San Pedro y el Dios de la Pesca

La costa norte del Perú fue el escenario donde se desarrolló la Cultura Moche, y en toda su extensión hay indicios de su presencia; por eso, no es de extrañar que en el ámbito de Chimbote encontremos evidencias de asentamientos precoloniales.
Esto nos despertó la curiosidad y enrumbamos a la tierra de la pesca, ese puerto mundialmente conocido por la exportación de harina de pescado. Nos sorprendió que en la parte alta, a la altura del vivero forestal, se levante una construcción preinca en adobe, que se resiste a sucumbir pese al avance de las edificaciones modernas.
Huaca San Pedro, esa es la denominación que recibe por ubicarse en el sector del mismo nombre y que, sin tomar en cuenta su importancia histórica, en algún momento se construyó, en su cima, una estructura con material noble, cuyos restos aún quedan. Texto completo.

Adrenalina y sosiego en el vivero forestal

 
Una extensa área verde, con enormes árboles entre los que destacan los pinos; una quieta laguna con sus coloridos botes que la surcan y niños que se entretienen dándole de comer a una bandada de patos, o persiguiendo a un pingüino. Estas son algunas escenas que observamos a diario en el Vivero Forestal de Chimbote.
Llegamos al mediodía, abrasados por un radiante sol, pero refrescados por las corrientes de aire que genera el pequeño bosque en el que anida una variedad de aves, como los colibríes que nos alegran la estancia, con su rítmico batir de alas mientras succionan la miel de alguna flor. Texto completo.
 

Featured

Peru Blogs