El sol despliega sus candentes rayos solares, mientras nos aproximamos a la plaza ceremonial, situada en un promontorio. Cuando llegamos a la parte más alta nos sorprende un sonido que al principio no sabemos de dónde sale, aparentan pututos soplados levemente. De pronto nos sobrecoge un ligero temor. “Son las botellas vacías y los carrizos que suenan con la corriente de aire”, nos tranquiliza Régulo Franco Jordán, director del Complejo Arqueológico El Brujo, quien hace las veces de nuestro guía.
Ya en la cima avistamos, casi al mismo nivel, la Huaca Cao Viejo y un poco hacia abajo al Museo de Sitio. Volteamos la mirada al centro de la plaza ceremonial, y ahí está el curandero con su indumentaria colorida, propia de los sacerdotes moches, con los brazos levantados y la mirada orientada al firmamento. Texto completo.
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