Sostiene experto, Jorge Ernesto Handabaka García
“Los peruanos vivimos un
analfabetismo emocional”
Guido Sánchez Santur
sasagui35@gmail.com
“Los peruanos vivimos un
analfabetismo emocional”
Guido Sánchez Santur
sasagui35@gmail.com
En el Perú vivimos un analfabetismo emocional que se refleja en la falta de autoestima e identidad. El ejemplo palpable lo tenemos aquí nomás, en el fútbol, con nuestra selección Sub 17 (de la cual ahora todos o casi todos estamos orgullosos). Desde el pitazo inicial de cada campeonato los jugadores, el entrenador y los aficionados no pensamos en ganar, sino en clasificar, y no en primer lugar sino en quinto o cuarto.
Este es el reflejo de una mentalidad perdedora que se resume en la frase: “matemáticamente es posible clasificar”, acuñada por los comentaristas deportivos, preñados de esperanza. El Perú es muy rico en recursos naturales, pero es un país empobrecido. Es que siempre ocupamos los primeros lugares en casi todo lo malo, y los últimos puestos en todo bueno.
“La causa de ello es la falta de autoestima, valoración, dignidad y respeto a sí mismo”, así resume su reflexión Jorge Ernesto Handabaka García, especialista en desarrollo personal y recursos humanos. Es fundador de la institución “Optimizando el rendimiento humano”, mediante la cual pretende que la persona desarrolle plenamente su capacidad mental, neural, emocional y espiritual, tanto a nivel empresarial como educativo en el Perú y el extranjero.
La buena o la mala suerte no existen, todo depende de nosotros. Las fallas observadas en los partidos de fútbol demuestran la falta de confianza de cada integrante del equipo. Por eso vemos patadas al aire o los autogoles. “En el fondo es un temor al éxito, solo nos conformamos con lo mediocre, manteniendo un perfil bajo”.
La autoestima es uno de los aspectos de la inteligencia emocional (determinante del éxito o el fracaso), al igual que la iniciativa, el optimismo, la motivación, la creatividad, la integridad y el compromiso. La actitud perdedora es histórica, se remonta a la conquista, cuando las grandes culturas andinas emprendedoras, constructoras e inventoras, fueron sometidas y esa derrota se impregnó en el inconsciente colectivo.
Handabaca alega que a ello se suma la educación que no hace mucho por ayudar a salir de este trauma. Los planes educativos están orientados a la formación de empleados y no de empresarios. Un sondeo determinó que de 60 estudiantes, 40 querían ser profesionales y de ellos, la mayoría, trabajar en una dependencia pública o privada, y nadie quería emprender un proyecto personal. “Lo común es escuchar: tengo mi trabajo seguro, mi sueldo y mi seguro”.
Gran parte de culpa la tiene el colegio, donde a cada momento le quitan la iniciativa al alumno, sólo le enseñan a responder, pero no a crear. “Buen estudiante es quien repite mejor lo que dicta el profesor. Es cierto que debemos aprender de memoria algunas cosas, pero la educación no puede basarse sólo en eso, sino motivar la originalidad, la flexibilidad mental, la fluidez de ideas y enseñar con un pensamiento de apertura y divergente. Estamos en un modelo represivo en esencia porque el docente es el único que tiene la respuesta, o sea el poder. El alumno no puede preguntar demasiado “porque interrumpe la clase”. Si el profesor entendiera las inteligencias múltiples, comprendería que hay niños que aprenden mejor conversando o intercambiando ideas porque han desarrollado la inteligencia interpersonal”.
EL RETO PERUANO
Handabaca García aconseja que para salir de esta situación tenemos que centramos en cuatro factores gravitantes: fortalecer la autoestima: sabernos dignos, valiosos, capaces, significativos, merecedores del éxito y del triunfo. Esto debe trabajarse desde la infancia.
El optimismo, implica pensar en forma positiva. Las iniciativas pueden irnos mal, pero si somos optimistas encontraremos lo positivo en lo negativo. Un ejemplo extremo es cuando Cristo dijo a sus discípulos: “qué blancos y hermosos dientes tiene este animal”, mientras miraba el cadáver de un perro, a la vez que ellos se tapaban la boca. Esa es una manera de ver las cosas de la mejor manera.
La integridad, implica formar personas honestas, espirituales y en valores. Nuestro sistema se está desmoronando, miremos las desgracias que desencadenan las barras bravas en los partidos de fútbol. Los hinchas van con ganas de matar, esa es la negación del otro ser humano, es falta de respeto a los demás y así mismo.
El trabajo en equipo es un aspecto interpersonal o social de la inteligencia emocional. A muchos les gusta trabajar solos, somos desunidos. Eso se ve en las empresas, donde cada área está desmembrada de las otras, y actúan con celos. Cada quien tiene su mundo y sus propios objetivos, hay coordinación. Por eso, pese a que trabajan duro, no desarrollan.
Valga el ejemplo: en una canoa hay ocho personas que reman en dirección diferente, pasan horas de horas y no avanzan. Si todos se pusieran de acuerdo y empujaran al mismo lado, sería más fácil y harían menor esfuerzo. Ese es un objetivo común con metas colectivas que producen sinergias. “Las sinergias negativas significan: 2 + 2 igual a 1, mientras que las sinergias positivas implican: 2 + 2 igual a 5”.
De otro lado, es necesario rescatar la vocación de servicio. La gente trabaja solo por un pago, el servicio implica aliviar el sufrimiento humano procurando alegría y felicidad, tratar con cortesía y amabilidad.
La inteligencia emocional o inteligencia de éxito también comprende la creatividad, la comunicación, comprensión, empatía, motivación. Estos factores son determinantes del éxito en un 90 por ciento.
“Está demostrado que las personas que triunfan no son las que tienen más inteligencia cognitiva o racional o más conocimiento, sino las que desarrollan su inteligencia emocional, es decir que se valoran, se respetan, son optimistas, luchadoras, tratan de servir a los demás, son unidos: son líderes”, advierte.
Un joven puede ser el mejor de su clase o de su promoción, pero si le falta autoestima, al dejar la universidad buscará un trabajo de empleado o terminará de taxista. Pero si su autoestima es alta puede terminar en la Nasa.
Lo mismo les pasará a los que no son comunicativos. Los más traviesos, expresivos, juguetones y creativos terminan siendo los mejores en las empresas. Un ejemplo son los exitosos empresarios del jirón Gamarra, en Lima, que vinieron de la sierra del interior del país. “Hasta ahora la inteligencia emocional se la ha dejado que crezca espontáneamente, pero cada vez cobra más fuerza la necesidad de enseñarla en los colegios, universidades y empresas”, sostiene.
EN LA EMPRESA
En la empresa deben prohibirse los comentarios negativos, el chisme y el maleteo. Los reclamos deben ser en modo asertivo y con respeto. Un pensamiento negativo conlleva a una actitud mental negativa y eso termina en pesimismo, depresión, fracaso y, a veces, en suicidio.
Es conveniente premiar las ideas creativas en la solución de los problemas e incidir en la vocación de servicio, es decir que cuando hacemos o vendemos algo, pensemos en que con ello estamos solucionando una necesidad del otro.
Un trabajador con baja autoestima habla mal del jefe y de los compañeros, se pelea, se siente incapaz, no asume responsabilidades por temor a equivocarse. “Eso no me corresponde, eso le toca a otro”, es su respuesta común.
Mientras que los empresarios con baja autoestima maltratan al personal, porque se sienten superiores, pero como no puede crecer por si solos entonces disminuyen a los subordinados, gritando o insultando. Su final es el fracaso.
“El cambio comienza con uno mismo, así empezaremos a tratar mejor a los demás y seremos exitosos. Tengamos en cuenta que la capacidad del ser un humano es inmensa, lamentablemente no la aprovechamos en toda su magnitud. No triunfamos es porque no queremos, pues sólo usamos el uno por ciento de nuestro cerebro, el resto está inactivo”.
MÁS DATOS
- Cuando uno de sus generales dijo a Julio César: “si tenemos suerte conquistaremos esta ciudad”, éste le respondió la suerte la creamos nosotros mismos.
- El admirador de un golfista español le comentó: “usted ha ganado tres campeonatos, qué suerte tiene”. El deportista contestó: “cada vez practico más y cuanto más entreno tengo más suerte”.
- Handabaka García ha publicado los libros: “Autoestima y poder personal”, “Inteligencia emocional en la empresa” y “Antivirus mental”.
- Cuando uno de sus generales dijo a Julio César: “si tenemos suerte conquistaremos esta ciudad”, éste le respondió la suerte la creamos nosotros mismos.
- El admirador de un golfista español le comentó: “usted ha ganado tres campeonatos, qué suerte tiene”. El deportista contestó: “cada vez practico más y cuanto más entreno tengo más suerte”.
- Handabaka García ha publicado los libros: “Autoestima y poder personal”, “Inteligencia emocional en la empresa” y “Antivirus mental”.
1 comentarios:
buena don Jorge,su discipulo Arturito,.-
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