Bolivia fue creado por
capricho de Bolívar
capricho de Bolívar
Guido Sánchez Santur
sasagui35@gmail.com
Los bolivarianistas -como el presidente de Venezuela Hugo Chávez Frías- sustentan la integración latinoamericana en la ideología del libertador Simón Bolívar, un general a quien se le rinde honores como héroe, especialmente en el Perú.
Sin embargo, su figura no fue tan prístina ni edificante, como se lee en el siguiente párrafo de una carta suya dirigida a Francisco de Paula Santander, el 30 de mayo de 1826: “…él (Gual) es de la opinión que por tal (sic) de que se consiga ese tratado dejásemos la provincia de Loja del lado peruano. Yo he contestado que no soy de ese parecer, ni que debemos perder a Mojos y Bracamoros, cuando estas provincias deben quedarnos porque nos pertenecen, porque no son desiertos como los del Marañón. Le digo que de Jaén al Marañón se puede tirar una línea y este río puede servirnos de límite entre los dos desiertos; los antiguos límites de las provincias de Quito y los peruanos deberán servirnos de frontera”.
Este es uno de los extractos de la densa correspondencia del libertador que el embajador, Félix Calderón Urtecho, inserta en el tercer tomo de su libro “Las Veleidades autocráticas de Simón Bolívar. Descodificando la creación de Bolivia”. En éste sustenta que ese país alto andino fue fundado como una forma de debilitar al Perú con propósitos muy personales.
“La versión tradicional que en el Perú se tiene es que Bolivia fue una creación de Sucre. Eso es falso, el autor intelectual fue Bolívar y lo demuestro con cartas de (José de) Sucre en las cuales le increpa a Bolívar sobre esta decisión. Bolívar tenía un designio geopolítico, quería trasladar el epicentro del poder de lo que era el Perú colonial hacia Bogotá, capital de un Estado que unía a Cundinamarca (Colombia), Venezuela y la entonces presidencia de Quito. También se apoderó de Panamá, avanzó por un costado de Costa Rica, llegó a Nicaragua, nos quitó Guayaquil y empujó a los chilenos para que capturen Chiloé, un archipiélago peruano”, enfatiza.
Bolívar sostenía que al lado de Colombia no podía existir un país fuerte, porque el centro del poder debía estar en Bogotá y ello implicaba debilitar al Perú. Es así que en junio de 1824, antes de la Batalla de Ayacucho, concibe la separación del Alto Perú.
“Si bien es cierto que al crearse el virreinato de Río de la Plata la audiencia de Chuquisaca forma parte de esta jurisdicción, con (el virrey José Fernando de) Abascal pasa a depender del Alto Perú. Eso se demuestra con la presencia de fuerzas peruanas, en épocas de Goyeneche y Pezuela, sofocando las revueltas que se armaban”, comenta el autor, quien reafirma que el control político en ese territorio lo tenía Lima.
Para Calderón Urtecho ni Sucre ni Bolívar libraron una lucha independentista, ya que después de la batalla de Ayacucho todas las guarniciones españolas fueron cayendo paulatinamente, fue como una onda expansiva que terminó con la rendición de los realistas.
“Bolívar sólo se dedicó a crear un Estado que lleve su nombre, propio de su narcisismo. Así nace el Alto Perú, bajo el nombre de Confederación Boliviana, en momentos que los bolivianos habían enviado una carta expresando su interés de pertenecer al Perú a condición de que la capital sea el Cuzco”, comenta.
A la luz de estos hechos, el interés del libertador era desparecer el Perú, pues en 1826 fuerza un tratado con Bolivia porque no quería que aquél lo sojuzgue, sino al contrario, y que más bien el Estado del Sur Peruano tenga como capital al Cuzco o Arequipa.
Calderón Urtecho advierte que la mejor manera de tener dominado al Perú era dividiéndolo y dándole impulso al nuevo gran Estado (Colombia), hecho que no se consuma porque el tratado que crea la Confederación Boliviana reunía a toda la guarnición colombiana en Lima, que no era otra cosa que un ejército de ocupación, con un alto grado de descomposición.
“En una carta que (Andrés de) Santa Cruz le envía a Bolívar le dice que no le mande más gente porque no parece una liberación sino una invasión. ‘Van a creer que estoy ocupando el Perú’. Bajo ese mismo esquema, Bolívar envió las tropas peruanas a Venezuela comandadas por colombianos. Su gran error fue que la guarnición colombiana tenía como jefes a los venezolanos, que hastiada de ellos se levanta en Lima, el 27 de enero de 1827. Por eso, para mí, la independencia del Perú ocurre con esta sublevación, cuando Santa Cruz convoca al Congreso y se elige como presidente al ecuatoriano (José Domingo de) La Mar. Esa es la tragedia del Perú, en tanto Bolívar anuló la oposición nacionalista”, argumenta.
Califica a los que rodeaban a Bolívar como unos “aprovechados”, como Pardo de Zela, Gamarra, La Mar, Sucre y otros. Esa casta política no tenía sentido de patria, de Estado ni de Nación. “Se disputaba el poder como si fuera una presea de oro”.
Recuerda que Gutiérrez de la Fuente estaba en Trujillo cuando Torre Tagle proclamó la independencia. Al llegar Bolívar le presentan a Riva Agüero, a quien lo asciende a general de brigada y lo traslada a Lima.
“Los acólitos de Bolívar negociaban a nombre del Perú con Colombia, cuyo resultado es el falso tratado Pedemonte-Mosquera, que dejó un problema con ese país durante más de 100 años, similar al que heredó con Ecuador y con Bolivia. Este se resolvió en 1909. Bolivia debió estar en Perú, siempre lo fue, a causa de su desmembramiento ahora enfrenta vaivenes, vicisitudes y dramas; es un país sin destino aparentemente, es como un brazo suelto. Tiene una superposición de concepciones que ahora se ve con más claridad, una de ellas es su raíz milenaria que se subsume en el imperio de los incas”.
No debemos olvidar que tras la conquista, desde 1532 y por más de 200 años, el Perú fue el virreinato más grande América, desde Alto Perú hasta Guayaquil. Recién en el siglo XVIII se crean Nueva Granada y La Plata.
“Cuando el Perú ingresa a la República no sabe lo que quiere porque está en manos de los hijos de Abascal y de sus colaboradores, de los “peruanos postizos” con una visión colonial e hispana, no aquella enraizada, de quienes nos sentimos herederos de esta región atávica y que entendemos las razones telúricas por la que los bolivianos querían ser parte nuestra”, explica.
En Lima se pensaba en forma colonial por ser una ciudad española que nace con una ceguera para marcar un rumbo en el siglo XIX, pues los problemas de límites recién se arreglan en el siglo XX, consolidándose la disgregación del Perú porque cuando uno va a Quito se siente en Cajamarca o si estamos en La Paz parece que fuera Puno. “Eso, para mí, es una tragedia, debido a un señalamiento de fronteras totalmente ficticio, artificial que no tiene su correlato con lo que encontraron los españoles al llegar a América del Sur donde había una sola gran civilización: la peruana. El resto eran costas despobladas o indios salvajes”, detalla el diplomático.
• RECONSTRUCCION DE LA IDENTIDAD
Calderón Urtecho alega que con este libro hace un trabajo de exhumación de la historia en aras de reconstruir la identidad nacional. “Lo peor es subsistir en base a glorias acomodadas a intereses determinados y no en función de lo que realmente sucedió, es una forma de sacar lecciones para ver como reconstruimos el futuro, eso implica saber exactamente cuáles fueron nuestros errores en el pasado”.
Añade que no se trata de reconstruir la gran nación andina, eso es imposible, sino de reconocer que el ingreso a la República fue fatal porque cuando se creó y se van los españoles no quedó nada de esa gran civilización y su territorio estaba desmembrado, en el norte con Quito y el sur con Alto Perú.
“En cierta forma la guerra con Chile es culpa de Bolívar porque Argentina se niega a ratificar el tratado secreto con el Perú (que fue una gran estupidez). El problema con Bolivia surge en 1825 cuando se le regala Tarija a Argentina, conforme al tratado tripartito secreto de 1873”.
Es oportuno precisar que al crearse Bolivia no tenía salida al mar, frente a ello Bolívar manda un edecán advenedizo para ver la forma de conseguirle un espacio marítimo. Este no lo pudo lograr con Chile, a través de Tarapacá; pero como los peruanos eran descuidados agarró el tramo que está entre el Poposo y Atacama, en dirección a Pisagua.
Este análisis de las cartas del libertador es revelador por eso el embajador Calderón Urtecho precisa que no se ocupa de Bolívar como gobernante o enamorador de mujeres casadas. “Su vida personal no me interesa, sino el Bolívar como político, hombre de Estado, que forja Estados y su visión geopolítica, desde el punto de vista peruano. No me importa si el resultado de esta investigación no les gusta a los venezolanos, mi obligación como peruano es mostrar a Bolívar en función de lo que hizo en nuestro país”, puntualiza.
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