MJO, un trotamundos
de la historia universal
Periodista y humanista que convirtió su experiencia en una lección de vida
Guido Sánchez Santur
sasagui35@gmail.com
La puntualidad y la sencillez, como la pulcritud y la honestidad en el ejercicio profesional son cuatro de las tantas características que lo definen. Gracias a esa primera virtud tuve la oportunidad de escribir esta crónica. Pasados varios minutos después de la seis de la tarde, mientras caminaba por la sexta cuadra del jirón Pizarro, lo vi parado en la puerta Casa de la Emancipación. A esa hora había pactado una charla con los ganadores del concurso universitario de reportaje que se organiza en su homenaje, pero como era de esperarse, los jóvenes llegaron tarde, oportunidad que aproveché para escuchar al maestro del periodismo, sus interminables anécdotas y experiencias que parecen increíbles, pero tan reales como él.
Manuel Jesús Orbegozo (1923) o simplemente MJO, ese día cumplía 84 años de vida y, como lo hace desde la última década, esa fecha prefiere pasarla lo más desapercibida posible, sin celebraciones ni felicitaciones. No quiere pensar en el paso de los años. El año pasado, sin que lo sepa su familia se vino de Lima (donde reside) a Trujillo y de inmediato pasó a Otuzco -a rememorar las travesuras de los años infantiles y juveniles- y nadie se enteró hasta su retorno.
En otra oportunidad decidió recorrer casi toda la avenida Arequipa, desde el distrito de Miraflores. “Es bueno caminar, en el trayecto uno se encuentra con cada detalle, personajes o historias que no los podemos apreciar si vamos en carro”, nos aconseja con esa sencillez propia de sí, y agrega que en esa ocasión se topó con una mujer en chancletas, mal trajeada, con la cabellera revuela y un cigarro entre los dedos. A medida que se acercaba, esa figura le parecía conocida, hasta que terminó confirmando que era la misma dama que en sus tiempos mozos fue secretaria de uno de los dueños de un diario nacional que siempre se caracterizó por su voz y carácter imponente. Ahora no se parecía en nada a esos tiempos. “Así es la vida, y nos da muchas lecciones, uno no sabe dónde ni cómo va ha terminar”.
MJO nos demuestra que esta es la mejor manera de recoger historias de vida, ricas en enseñanzas. Otra vez, enrumbó a Villa El Salvador, donde encontró una niña sumida en la pobreza a quien invitó a almorzar, y ante los requerimientos de ella se sumaron paulatinamente sus hermanos pequeños, inclusive su madre que se dedicaba a lavar ropa. Ya en el restaurante y servida la mesa para doce personas, coincidencias del destino, se enteró que una de las menores también cumplía años y lo celebraron juntos.
ENTRE PRESIDENTES Y DICTADORES
Integro, sincero, pulcro, sencillo, viajero empedernido, un periodista a carta cabal. Los términos del castellano resultan insuficientes para definirlo, su talla es mediana pero cuando escuchamos su nombre o sus ya famosas iniciales del mismo, se nos dibuja en la memoria la imagen de un gigante del periodismo peruano.
MJO, otuzcano de nacimiento, se ha convertido en un referente de los periodistas peruanos y latinoamericanos. Ello no es gratuito, se lo ha ganado a punta de esfuerzo y corriendo inimaginables riesgos durante los más de 50 años de ejercicio profesional, recorriendo el Perú y el mundo, presente en cuanta guerra se desencadenaba y entrevistando a personajes de todas las castas: premios Nobeles, dictadores, mandatarios, artistas y gente común y corriente.
En este trajinar, durante el conflicto del Golfo Pérsico, conoció a Sadam Husein, el reis, como le llamaban los árabes. “Los poderosos son como los asteroides. Como los asteroides ascienden a lo más alto y como los asteroides caen a lo más profundo del mar”. Esta fue la reflexión que tuvo al ver por televisión la imagen del dictador tirada por el suelo, tras su ejecución por orden de los Estados Unidos, semanas atrás.
A Pol Pot ( Camboya, 1925-1998), lo entrevistó durante casi dos horas, de cuyo país se quedó prendado, pese a que casi pierde la vida a causa de un cólico hepático, tras comer cuatro bocados de chicharrón de culebra, en un alejado poblado. A rastras, su guía lo llevó a un hospital donde permaneció internado cuatro días.
Al retornar al Perú trajo consigo varias películas en las que se aprecian la cultura y el heroísmo de los camboyanos, algunas de las cuales las vio con el entonces profesor huamanguino Abimael Guzmán Reynoso, cuando nada hacía presagiar que se convertiría en el fundador de Sendero Lumino, la más sanguinaria organización terrorista que asoló el país, las últimas dos décadas.
Mueve los brazos frecuentemente, graficando cada frase y anécdota que comenta, sin perder su característica sonrisa. La entrevista se torna en una conversación sin casi dar lugar a las preguntas, nos lleva de sorpresa en sorpresa y la charla no tiene cuando acabar. De pronto mira el reloj, estábamos en la hora límite para la ceremonia de premiación del concurso de reportaje, la que debía presidir.
No hay duda que dialogar con MJO es la mejor forma de conocer el ejercicio del periodismo en su real magnitud, parece una enciclopedia viva, las enseñanzas fluyen en cada palabra que pronuncia. Es un privilegio tenerlo al frente.
Entre los personajes que desfilaron por su pluma, además, figuran la madre Teresa de Calcuta, William Faulkner, Ernest Hemingway, Celia Guevara de la Serna (madre del Che Guevara). Inclusive el sexólogo norteamericano Alfred Kingsley, quien en Lima rehuyó todo encuentro con la prensa.
HEMOS PERDIDO EL CAMINO
Como maestro, es un gran pensador y, a diario, transmite su experiencia a sus alumnos de la Universidad Mayos de San Marcos. Considera que la práctica del periodismo está en decadencia debido a la ausencia de un gremio fuerte, el Colegio de Periodistas es como si no existiera, con dirigentes sin liderazgo ni representatividad. Eso ha dado lugar al abuso del lenguaje con la proliferación de titulares con términos soeces y discursos inadmisibles, aunque reconoce que este es un fenómeno mundial.
Le preocupa que los hombres de prensa, en su mayoría, no comprendan que escriben para miles de lectores y que la información no termina cuando se publica sino cuando entra en la conciencia de la gente.
Sus sabias palabras las dice con autoridad. En su trajinar periodístico, primero recorrió todo el Perú, luego, casi el mundo entero, con el mismo afán. Muchos de los grandes sucesos mundiales de los últimos 30 años del siglo XX (guerras, epidemias, citas cumbres, desastres, olimpiadas deportivas, etc.) fueron cubiertos por él.
“Silencioso, de vuelo rasante como un alcatraz antes que de alturas como un águila, por considerar que la soberbia es negativa para el espíritu humano”, lo describe uno de sus biógrafos. En una apretada síntesis de su trayectoria podría precisarse que trabajó en La Crónica y Expreso, y más de 30 años en el diario El Comercio como Jefe de Redacción. Fue Director del diario oficial El Peruano en los gobiernos de Ala García, Alberto Fujimori y Alejandro Toledo y, como profesor de periodismo en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos lo sigue siendo aún después de 30 años seguidos. También asumió la subdirección del Diario Expreso.
Conocido ampliamente como un viajero incansable y apasionado que buscó la noticia sin importar cultura, raza, idiosincrasia o facción. Sus ojos son los de un periodista: hurgadores, que han visto mucho y que están a la guardia de seguir mirando más. Habla y escucha, recordando que es un reportero y que como tal, no solo pregunta, también deja hablar. Y lo hace esperando aprender algo nuevo siempre.
Las mejores lecciones aprendidas, entre la academia y la práctica del periodismo, ocurrió las veces que estuve al lado del maestro Manuel Jesús Orbegozo, en quien hay muchos ejemplos a seguir, como el hermano mayor, pues sus pinitos periodísticos los hizo en La Industria de Trujillo. "Mi pasión es ser reportero", recuerda.
de la historia universal
Periodista y humanista que convirtió su experiencia en una lección de vida
Guido Sánchez Santur
sasagui35@gmail.com
La puntualidad y la sencillez, como la pulcritud y la honestidad en el ejercicio profesional son cuatro de las tantas características que lo definen. Gracias a esa primera virtud tuve la oportunidad de escribir esta crónica. Pasados varios minutos después de la seis de la tarde, mientras caminaba por la sexta cuadra del jirón Pizarro, lo vi parado en la puerta Casa de la Emancipación. A esa hora había pactado una charla con los ganadores del concurso universitario de reportaje que se organiza en su homenaje, pero como era de esperarse, los jóvenes llegaron tarde, oportunidad que aproveché para escuchar al maestro del periodismo, sus interminables anécdotas y experiencias que parecen increíbles, pero tan reales como él.
Manuel Jesús Orbegozo (1923) o simplemente MJO, ese día cumplía 84 años de vida y, como lo hace desde la última década, esa fecha prefiere pasarla lo más desapercibida posible, sin celebraciones ni felicitaciones. No quiere pensar en el paso de los años. El año pasado, sin que lo sepa su familia se vino de Lima (donde reside) a Trujillo y de inmediato pasó a Otuzco -a rememorar las travesuras de los años infantiles y juveniles- y nadie se enteró hasta su retorno.
En otra oportunidad decidió recorrer casi toda la avenida Arequipa, desde el distrito de Miraflores. “Es bueno caminar, en el trayecto uno se encuentra con cada detalle, personajes o historias que no los podemos apreciar si vamos en carro”, nos aconseja con esa sencillez propia de sí, y agrega que en esa ocasión se topó con una mujer en chancletas, mal trajeada, con la cabellera revuela y un cigarro entre los dedos. A medida que se acercaba, esa figura le parecía conocida, hasta que terminó confirmando que era la misma dama que en sus tiempos mozos fue secretaria de uno de los dueños de un diario nacional que siempre se caracterizó por su voz y carácter imponente. Ahora no se parecía en nada a esos tiempos. “Así es la vida, y nos da muchas lecciones, uno no sabe dónde ni cómo va ha terminar”.
MJO nos demuestra que esta es la mejor manera de recoger historias de vida, ricas en enseñanzas. Otra vez, enrumbó a Villa El Salvador, donde encontró una niña sumida en la pobreza a quien invitó a almorzar, y ante los requerimientos de ella se sumaron paulatinamente sus hermanos pequeños, inclusive su madre que se dedicaba a lavar ropa. Ya en el restaurante y servida la mesa para doce personas, coincidencias del destino, se enteró que una de las menores también cumplía años y lo celebraron juntos.
ENTRE PRESIDENTES Y DICTADORES
Integro, sincero, pulcro, sencillo, viajero empedernido, un periodista a carta cabal. Los términos del castellano resultan insuficientes para definirlo, su talla es mediana pero cuando escuchamos su nombre o sus ya famosas iniciales del mismo, se nos dibuja en la memoria la imagen de un gigante del periodismo peruano.
MJO, otuzcano de nacimiento, se ha convertido en un referente de los periodistas peruanos y latinoamericanos. Ello no es gratuito, se lo ha ganado a punta de esfuerzo y corriendo inimaginables riesgos durante los más de 50 años de ejercicio profesional, recorriendo el Perú y el mundo, presente en cuanta guerra se desencadenaba y entrevistando a personajes de todas las castas: premios Nobeles, dictadores, mandatarios, artistas y gente común y corriente.
En este trajinar, durante el conflicto del Golfo Pérsico, conoció a Sadam Husein, el reis, como le llamaban los árabes. “Los poderosos son como los asteroides. Como los asteroides ascienden a lo más alto y como los asteroides caen a lo más profundo del mar”. Esta fue la reflexión que tuvo al ver por televisión la imagen del dictador tirada por el suelo, tras su ejecución por orden de los Estados Unidos, semanas atrás.
A Pol Pot ( Camboya, 1925-1998), lo entrevistó durante casi dos horas, de cuyo país se quedó prendado, pese a que casi pierde la vida a causa de un cólico hepático, tras comer cuatro bocados de chicharrón de culebra, en un alejado poblado. A rastras, su guía lo llevó a un hospital donde permaneció internado cuatro días.
Al retornar al Perú trajo consigo varias películas en las que se aprecian la cultura y el heroísmo de los camboyanos, algunas de las cuales las vio con el entonces profesor huamanguino Abimael Guzmán Reynoso, cuando nada hacía presagiar que se convertiría en el fundador de Sendero Lumino, la más sanguinaria organización terrorista que asoló el país, las últimas dos décadas.
Mueve los brazos frecuentemente, graficando cada frase y anécdota que comenta, sin perder su característica sonrisa. La entrevista se torna en una conversación sin casi dar lugar a las preguntas, nos lleva de sorpresa en sorpresa y la charla no tiene cuando acabar. De pronto mira el reloj, estábamos en la hora límite para la ceremonia de premiación del concurso de reportaje, la que debía presidir.
No hay duda que dialogar con MJO es la mejor forma de conocer el ejercicio del periodismo en su real magnitud, parece una enciclopedia viva, las enseñanzas fluyen en cada palabra que pronuncia. Es un privilegio tenerlo al frente.
Entre los personajes que desfilaron por su pluma, además, figuran la madre Teresa de Calcuta, William Faulkner, Ernest Hemingway, Celia Guevara de la Serna (madre del Che Guevara). Inclusive el sexólogo norteamericano Alfred Kingsley, quien en Lima rehuyó todo encuentro con la prensa.
HEMOS PERDIDO EL CAMINO
Como maestro, es un gran pensador y, a diario, transmite su experiencia a sus alumnos de la Universidad Mayos de San Marcos. Considera que la práctica del periodismo está en decadencia debido a la ausencia de un gremio fuerte, el Colegio de Periodistas es como si no existiera, con dirigentes sin liderazgo ni representatividad. Eso ha dado lugar al abuso del lenguaje con la proliferación de titulares con términos soeces y discursos inadmisibles, aunque reconoce que este es un fenómeno mundial.
Le preocupa que los hombres de prensa, en su mayoría, no comprendan que escriben para miles de lectores y que la información no termina cuando se publica sino cuando entra en la conciencia de la gente.
Sus sabias palabras las dice con autoridad. En su trajinar periodístico, primero recorrió todo el Perú, luego, casi el mundo entero, con el mismo afán. Muchos de los grandes sucesos mundiales de los últimos 30 años del siglo XX (guerras, epidemias, citas cumbres, desastres, olimpiadas deportivas, etc.) fueron cubiertos por él.
“Silencioso, de vuelo rasante como un alcatraz antes que de alturas como un águila, por considerar que la soberbia es negativa para el espíritu humano”, lo describe uno de sus biógrafos. En una apretada síntesis de su trayectoria podría precisarse que trabajó en La Crónica y Expreso, y más de 30 años en el diario El Comercio como Jefe de Redacción. Fue Director del diario oficial El Peruano en los gobiernos de Ala García, Alberto Fujimori y Alejandro Toledo y, como profesor de periodismo en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos lo sigue siendo aún después de 30 años seguidos. También asumió la subdirección del Diario Expreso.
Conocido ampliamente como un viajero incansable y apasionado que buscó la noticia sin importar cultura, raza, idiosincrasia o facción. Sus ojos son los de un periodista: hurgadores, que han visto mucho y que están a la guardia de seguir mirando más. Habla y escucha, recordando que es un reportero y que como tal, no solo pregunta, también deja hablar. Y lo hace esperando aprender algo nuevo siempre.
Las mejores lecciones aprendidas, entre la academia y la práctica del periodismo, ocurrió las veces que estuve al lado del maestro Manuel Jesús Orbegozo, en quien hay muchos ejemplos a seguir, como el hermano mayor, pues sus pinitos periodísticos los hizo en La Industria de Trujillo. "Mi pasión es ser reportero", recuerda.
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