30/12/07

FANTASÍA DE LUZ Y AGUA

La magia del color

Guido Sánchez Santur
sasagui35gmail.com

Totalmente maravillados, extasiados de emoción. Así se puede resumir la expresión de las miles de personas –niños, jóvenes y adultos- que terminan el extenso recorrido del mundialmente famoso Circuito Mágico del Agua, en el Parque de la Reserva de la ciudad de Lima, entre las fantasiosas alegorías que dibujan los chorros de agua, entre luces multicolores y las melodías que se suceden rítmicamente.
La original arquitectura de la iluminación, la presión del agua graduada diligentemente a fin de formar diferentes figuras geométricas cambiantes y las melodías escogidas para cada instante forman una unidad armoniosa, que nos eleva al éxtasis de la estética lograda con la fusión cibernética de estos tres elementos (físico, líquido y el sonido), especialmente en las noches.
La tecnología aplicada corresponde a la más moderna en el campo de las fuentes cibernéticas, permitiendo la aparición de de variadas coreografías, incluyendo efectos láser, con la posibilidad de variar su programación.
Este majestuoso atractivo turístico, que más parece un sueño, se ha convertido en el ícono de Lima, símbolo de la recuperación de la calidad de vida y de la modernidad. Ostenta el reconocimiento y distinción al haber obtenido el Récord Güines como el Complejo de Fuentes más Grande y la Fuente más alta del Mundo en un Parque Público.

Tan luego se traspasa la puerta de ingreso nos espera el Río de los Deseos, con un recorrido de 110 metros y construido en barro con diseños moches, rodeado de un verde césped entre el que aflora el agua en pequeños chorros que adquieren variados colores al influjo de la luz.
Enseguida, una multitud que parece interminable se agolpa, se acerca y se aleja como un bloque. Estamos en la Fuente Mágica, cuya proyección del agua paulatinamente va creciendo hasta los 80 metros de altura, en cuya corona forma la ‘flor de lis’ y palmera desbordante, desde donde escapan tupidas gotas arrastradas por el aire, a manera de lluvia, que empapan la ropa de quienes no se alejan oportunamente. A ésta la rodea una corona de surtidores verticales y una pantalla de pulverización multicolor que recibe las proyecciones láser.
A un costado se encuentra la imponente logia con sus columnas dóricas y puertas en forma de arcos, con una discreta iluminación y por donde las familias o las parejas se toman el tiempo para caminar tranquilamente, con el mayor sosiego posible.
Avanzamos y encontramos un grupo de niños que juegan y saltan entre los cuadrantes de cristal iluminados, tratando de escapar del agua que brota de los 36 surtidores verticales y de pulverización que emergen aleatoriamente. No interesa que salgan mojados ni el frío limeño, lo importante es divertirse, después de todo, se trata de la Fuente de los Niños.
Más allá nos encontramos con otra multitud obnubilada por la música variada, que parece una melodía celestial, cuyos temas clásicos, criollos, modernos y rock, se van sucediendo a medida que se van formando las figuras con el agua que borbotea, teñida de múltiples colores que le imprimen las luces, o las imágenes que aparecen con rayos láser. Estamos frente a la Fuente de la Fantasía, tan extensa (120 metros de largo) como la sensación de alivio espiritual que uno siente mientras escucha y observa cada escena, inclusive ese cóndor volando o la pareja bailando marinera, ballet o cascanueces reflejada en esa membrana de agua que hace de fondo.
En el Laberinto del Ensueño los adolescentes no se cansan de entrar y salir, intentando ganarle al agua. Cuando los chorros descienden a ras del piso, ellos entran al círculo, donde esperan para que los acojan los reducidos espacios que dejan las eventuales paredes de agua.
Continuamos nuestra ruta de diversión, y otro grupo numeroso se divierte a más poder cruzando una y otra vez el Túnel de las Sorpresas, una masa de agua se formada con los surtidores verticales, cuya disposición arquea los chorros que adquieren un color anaranjado en una longitud de 35 metros de largo y un ancho aproximado de dos metros. Lo impactante es que nadie se moja, salvo cuando alguien interrumpe el curso normal del agua.
Después de cruzar un paso subterráneo, por debajo de la pista de la avenida Petit Thuars, llegamos al Arco Iris, en el que los más solitarios o las parejas de enamorados tienen lo suyo, un lugar más apacible que invita a caminarlo mientras el agua toma diversas formas y colores, al ritmo de una música suave. Aquí no faltan las fotos del recuerdo para plasmar esos momentos inolvidables y las emociones vividas.
Todo este trayecto, bien disfrutado, dura más de dos horas y necesariamente tiene que ser de noche para apreciar mejor los colores que nos permite la iluminación. Y, claro, en familia o con los seres más queridos.
Fuente de las Tradiciones
Sobre una fuente rodeada por un estanque se incorporan surtidores masivos de agua que envuelven los motivos escultóricos indígenas originales.
Fuente de vida. Es una alegoría como manantial inagotable de fuerza creadora y evolutiva. Hay una estructura central desde la que surge con potencia una masa de agua espumosa de altura variable.
Fuente de la armonía. Es una pirámide cuyas caras la constituyen cuatro redes y surtidores paralelos iluminados. Su presencia le imprime magnetismo al entorno de este paisaje artificial.
Fuente Tangüis. Parece un jardín fantástico, formado por un molinete central de giro suave que evoca las caprichosas figuras de la naturaleza, iluminado con diferentes tonalidades junto con una corona de cuatro flores dinámicas que representan las corolas y los estambres.
Cúpula visitable. Los surtidores surgen del estanque en forma circular, cuya caída produce una nube de pulverización. Tiene 14 metros de diámetro.
Fuente de Ilusión. Con gran caudal de agua y riqueza del color, su carácter ilusional se manifiesta a intervalos regulares, dando a la salida numerosas pompas y pulverización multicolor.
HOMENAJE A LOS HÉROES
Con su nueva presentación, el Parque Histórico, Ambiente Urbano Monumental y Patrimonio de la Nación se ha convertido en la puerta de ingreso al Centro Histórico de Lima. No queda nada de lo que fue un extenso terreno abandonado.
En este espacio se libró la batalla de Miraflores entre el ejército chileno y el peruano durante la Guerra del Pacífico, circunstancias en que ciudadanos de todas las clases sociales y económicas se unieron para defender la patria. El 19 de febrero de 1929 fue inaugurado como parque por el presidente de la República, Augusto B. Leguía, para honrar la memoria de quienes resistieron a los invasores.
Esta obra se extiende en un área de 180 mil metros con una inversión de 13 millones de dólares, ese monto, 10 millones se gastaron en adquirir la tecnología europea con la que se maneja los juegos de agua y luces.
Las puertas están abiertas toda semana, menos
los días lunes y martes que se cierran por motivos de mantenimiento. Se estima que cada día ingresan entre 2000 y 3500 personas, quienes pagan cuatro soles.

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