30/12/07

JAÉN - SAN IGNACIO

Hacia las rutas del
Nororiente peruano

Guido Sánchez Santur
sasagui35@gmail.com

Con regularidad vuelvo a estas tierras, no solo porque aquí transcurrió mi niñez y mi adolescencia, sino atraído por ese encanto especial que nos ofrece su naturaleza y el paisaje agrícola, donde nos sentimos más libres que nunca, lo cual no imbuye en un halo de orgullo al transitar la geografía peruana. Ello hace que en cada viaje siempre encontremos la oportunidad de experimentar nuevas vivencias y satisfacciones que perduran en el tiempo.
Jaén, San Ignacio y Bagua, son tres provincias cercanas, que se caracterizan por poseer la misma configuración Geográfica (unidas por la cordillera de los Andes), similares climas y costumbres de sus gentes. Aunque las dos primeras pertenecen a la región Cajamarca, y la tercera a Amazonas.
Hasta Jaén llegamos después de un poco más de 10 horas de viaje en bus, a través de la carretera de penetración de la selva o Fernando Belaúnde, que se encuentra en buen estado. Desde que descendimos del vehículo, a las 5 de la mañana, nos recibe un clima cálido y contagiante.
Grandes y chicos son muy dicharacheros, alegres y amigables, con la sonrisa a flor de labios, caminan por esas atiborradas calles de una ciudad altamente comercial. No puede ser de otra manera, constituye el centro económico en la que confluyen las otras dos provincias, por su estratégica ubicación geográfica, pero sobretodo, porque las tierras agrícolas son altamente productivas. Destaca la producción de arroz, café, cacao, frutas diversas y ganado vacuno, que abastecen no solo el mercado del norte, sino también el de Lima.
Como una ciudad de ceja de selva, llueve con regularidad a lo largo del año, pero el sol también quema con gusto. Este clima favorece la producción de una variedad de frutales: mango, papaya, chirimoya, plátano, ciruela, granada, granadillas, las que podemos cosechar y degustar directamente en las huertas próximas a la ciudad, a donde se llega caminando.
La iglesia de Jaén tiene su propio encanto, gracias a su original diseño arquitectónico (triangular y ovalada) y a su fachada, adornada con vitrales multicolores que le imprimen un atractivo especial.
Si queremos un poco más de aventura, avanzamos una hora más en vehículo (a 80 kilómetros de distancia), con dirección a San Ignacio, pero nos quedamos en Chuchuwasi, donde nos embarcamos en un bote impulsado por un motor fuera de borda para cruzar el río y arribar al centro poblado de Puerto Ciruelo (distrito de Huarango), un privilegiado y acogedor propicio para pasar un fin de semana entre familia o con amigos.
Se trata de una localidad asentada a orillas del río Chinchipe, cuyas caudalosas aguas se abren paso entre los cerros desde el Ecuador. En ciruelo se forma una explanada de limpias arenas que invitan a disfrutar un día de playa, bajo el caluroso y radiante sol.
En las transparentes y refrescantes aguas nos damos un chapuzón, siempre y cuando sepamos nadar para no darnos un susto. Tampoco podemos resistirnos a darnos un paseo en los botes, cuyos hábiles pilotos surcan las torrentosas aguas sorteando la corriente.
Este río reúne las condiciones suficientes para la práctica
de diversos deportes náuticos, como el sky acuático, jet sky, windsurf y canotaje). Mientras que los aficionados a la pesca tienen la oportunidad de lanzar el anzuelo en las noches y capturar especies de agua dulce de hasta tres kilos.
Los alrededores del puerto nos abren las posibilidades de practicar caminatas y observación de aves, tan solo siguiendo los senderos que usan los lugareños, admirando las productivas chacras de arroz o los frutales.

HACIA LA FRONTERA
Si avanzamos al norte, arribamos a la cafetalera ciudad de San Ignacio, de clima más fresco. La mayoría de familias se dedican al cultivo y comercialización del café, de lo cual depende su fortuna. A 20 minutos, antes de llegar a la ciudad, en el caserío El Faique se ha encontrado una gruta con pintura rupestre, que suele ser visitada por turistas y especialistas.
Los pobladores celebran su fiesta patronal a lo grande, como se merece el fundador de la orden de los Jesuitas: San Ignacio de Loyola, cuyos seguidores desplegaron una encomiable labor evangelizadora desde los tiempos de la Colonia hasta nuestros días. Ellos fundaron y dirigieron varios colegios públicos, inclusive tienen una emisora: Radio Marañón.
San Ignacio está muy cerca del bosque de Tabaconas, que alberga una variada flora y fauna, y que está sujeto a una permanente amenaza por parte de los taladores y de las actividades mineras.
A casi cuatro horas de viaje en vehículo, se llega a la frontera con Ecuador, en el distrito de Namballe, recorriendo una carretera, aún sin asfaltar, que se abre paso entre frondosos bosques, verdes cafetales y plantaciones de cacao. Con estos argumentos, a esta provincia, no le falta nada para que sea el punto central de la Ruta del Café, como existe en Colombia.
La gastronomía es variada, con una fuerte influencia del norte peruano. Los platos principales son el arroz con pato, carne de res guisada, gallina guisada y otros. Y lo más importante es que las aves son de corral, más sabrosas por cierto. El potaje típico es una sopa conocida como “Shurumbo”, preparada con carne de res, plátano verde y fideos.
Un paseo por aquí nos aleja de los trajines apurados que exigen los negocios y de las constantes preocupaciones. Después de una visita a este lugar, el viajero siempre tendrá un buen motivo para volver otra vez, ya sea con amigos o en familia.

BRAVOS PAKAMUROS
Las primeras civilizaciones que ocuparon este territorio dejaron sus evidencias en Montegrande, Tocaquillo, Shaupe, Huayurco, tomependa, donde se ha encontrado piezas de arte lítico y pictórico, variada alfarería y metalurgia de oro, como huellas que testimonian su ruta civilizatoria desde tiempos anteriores a la Cultura Chavín. En Pomahuaca se encuentra un centro ceremonial Ingatambo, a orillas del río de Huancabamba. Esta civilización tuvo influencia de los Vicús, Moche, Chimú, Cajamarca y Chachapoyas, hasta que la sierra norte fue anexada al imperio del Tahuantinsuyo por Tupac Inca Yupanqui en la década de 1470 d.C.
Los españoles informados de sus grandes riquezas priorizaron su conquista. En Lima, Francisco Pizarro encomendó está misión al capitán Juan Porcel de Padilla, quien entró a la región de Chuquimayo (en lengua quechua "río de las pepitas de oro") en 1536, fue reemplazado por Diego Palomino, el que en 1549 fundó la ciudad de Jaén de Bracamoros, en la margen izquierda de la desembocadura del Río Chinchipe en la confluencia con el Marañón.
El Capitán Juan Porcel, fue quien fundó la primera ciudad por estos lares, con el nombre de Nueva Jeréz de la Frontera, la misma que estaría ubicada muy cerca al Pongo de Rentema en la provincia de Bagua (Amazonas); la misma que tres años después la trasladó a orillas del río Chuquimayo (Chinchipe). Sobre los restos de ésta segunda mencionada ciudad, Diego Palomino fundó Jaén.
Jaén, en la época colonial formó parte del Virreinato del Perú. En 1563 pasó a depender política y administrativamente de la real Audiencia de Quito, y en lo religioso, del obispado de Trujillo desde 1616, sufrió la anexión al Virreinato de Nueva Granada en 1717 – 1739. En 1807 fue trasladada a su actual emplazamiento.
En la gesta emancipadora, la gobernación de Jaén respaldó la independencia de Trujillo y proclamó su propia independencia de España y de la Real Audiencia de Quito, bajo el principio jurídico de Libre Determinación de los Pueblos, el 4 de Junio de 1821, mérito que lo convierte en cuna de la peruanidad. En 1822 tuvo representación en el Congreso de la República. En sus inicios formó parte del departamento de Trujillo, luego La Libertad hasta 1855, año en que fue creado el departamento de Cajamarca.
DATOS DE INTERÉS

Para llegar a Bagua es necesario abordar una combi o un taxi colectivo en Jaén, que en un recorrido de una hora nos traslada hasta esa calurosa ciudad, más próxima a la selva peruana. Y de gente más alegre y divertida.
Las empresas que brindan servicio a Jaén son Emtrafesa, Ejetur y Móvil Tours. El precio promedio es de 30 soles y el recorrido demora más de 10 horas, pasando por Chiclayo. En el trayecto se aprecia el cambio del paisaje entre la costa, la sierra y la selva.

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