late intensamente
Guido Sánchez Santur
sasagui35@gmail.com
La pluriculturalidad y la diversidad sintetizan al territorio peruano. Ese mosaico de expresiones plasmadas a lo largo de la historia, y que continúan vigentes a través de las culturas vivas dispersas en nuestra variada geografía enriquecen a los pueblos. Zaña, al sur de Chiclayo (Lambayeque), es uno de esos rincones peruanos, ahí parece que la historia se ha detenido y aún encontramos los remanentes de la cultura negra con sus mitos y costumbres.
Precisamente aquí está el Museo Afroperuano, a través del cual sus promotores sintetizan el discurrir histórico de la población negra que fue esclavizada durante la Colonia, y que posteriormente formó parte del mestizaje peruano.
Este es el primer museo en su género en el Perú, pues es una institución de culturas vivas dedicada a la conservación, estudio y exhibición de la vida, lenguajes, literatura, historia, música y arte de los pueblos afroperuanos y su relación con otras etnias.
El museo cuenta con cinco salas. En la primera observamos fotografías en las que se plasman los rostros de algunos negros más notables del Perú, entre ellos Capote y Zaña (Lambayeque), Lima, Chincha (Ica) y Yapatera (Piura).
En Zaña está Brando Briones, socio del museo y uno de los mejores decimistas residente en Lima. O también los Hermanos Leyva o los futbolistas de Alianza Lima. Inclusive, una camiseta del extinto César Sussoni, fallecido en el accidente del Antonov. La devoción al Cristo Morado (imagen pintada por un negro de Angola) y gente morena bailando, son otras escenas presentes. Estas imágenes, en su mayoría, pertenecen a Oscar Chambi, Jorge Vásquez y el Chino Domínguez, que las donaron al museo.
En la segunda sala encontramos reproducciones de las pinturas y dibujos de Guamán Poma de Ayala, quien grafica la vida de los afrodescendientes. Así tenemos un croquis de Zaña y una carta de la compra de un esclavo en Chincha. Asimismo, el obispo Baltasar Martínez de Compañón y Bujanda, quien muestra las actividades domésticas que cumplían los negros, y su relación con los hacendados. En este espacio está la imagen del negro rey, un personaje de color que se disfrazaba con una máscara blanca.
Los dibujos de Pancho Fierro muestra el quehacer de los negros, al igual que las fotos de Eugene Courret que nos muestra a los aguateros, las tamaleras y a las nanas de leche (daban de lactar a los hijos de los blancos). En un lugar especial está el decreto de libertad que emitió Ramón Castilla.
La tercera sala dedicada al arte. Contiene pinturas, tallas de madera y artesanía, entre las que destacan tallas de Madera Cuba, chumbeques y muñecos, artesanía negra peruana (Navidad Negra), y el dios Changó y Orishas.
El dios changó se caracteriza porque a éste se le agradece con una fruta jugosa solo si cumple con nuestras peticiones, de lo contrario es insultado.
La cuarta sala: De música y danzas, exhibe instrumentos de percusión utilizados por los afrodescendientes en el Perú y en algunas partes de América Latina, como el Cajón y la Marimba (Ecuador). O máscaras de la danza del Son de los Diablos o el Capaq Negro del Cuzco. O los fonógrafos (vitrolas, que si bien fueron instrumentos musicales de cuerda que usaban los españoles, los afrodescendientes los hicieron suyos).
También se aprecia discos de carbón, LP, cassetts, Cd's de música negra peruana y latinoamericana. Asimismo, videos de cantos y danzas (Toña la Negra, Benny Moré, Bola de Nieve, Compay Segundo, Lucha Reyes, Susana Baca, Bartola, Tania Libertad, entre otros).
A través de pinturas del siglo XVIII y el XX se muestra la contribución de los “negros” en la música, canto y danza (landó, zaña, zamacueca, mozamala, baile tierra, la marinera, el son de los diablos, etc.). Hay una colección única de música y cantares negros de la costa peruana.
En la sala del trabajo se presentan los instrumentos que usaban en las labores que cumplían en el campo y en la ciudad (barriles para cargar el agua, lecheros; asimismo, piezas de caballerizas, que si bien tienen origen español, luego lo usaron los negros en las zonas rurales.
Los objetos que utilizaron las mujeres nos traen a la memoria su duro trajín (planchas a carbón, peroles gigantes en los que elaboraban los más exquisitos dulces, tales como chancaquitas, frejol colado, arroz sambito, natillas, turrones.
Al llegar a la sala de los castigos se me vienen a la memoria las escenas que describe Enrique López Albújar, en Matalaché, obra en la que se muestran los duros castigos que infringían los patrones a los esclavos en tierras piuranas. Ahí están los fierros fríos: cepos, cadenas, grilletes o la carimba (con los que los marcaban). En el cepo se les colocaba la cabeza y se les mantenía a pan y agua durante semanas.
Al fondo, confundidas entre la vegetación del jardín están cinco carretas de madera utilizadas para cargar la caña de azúcar en los años en los tiempos de la colonia. Estas son símbolo de las casas- hacienda.
Juana Sono, una de las impulsoras del museo, explica que se proyecta acondicionar una sala de religión, donde colocarán las imágenes de San Martín de Porres y Santa Exigencia, una deidad muy venerada en los países del Caribe, inclusive en Chincha. Además, la santería negra.
Al dejar atrás el museo, camino por esas calles solariegas de Zaña, y no puedo dejar de mirar a su gente que sin conocerme me saluda amigablemente, con esa sonrisa a flor de labios, característica de los herederos de la raza negra. No puedo ocultar la emoción que me embarga sentirme parte de este país diverso y pluricultural.
MAS INFO
La instalación del museo fue la iniciativa de un grupo de lambayecanos interesados en rescatar el legado histórico. Fue inaugurado el 19 de marzo de 2005, pero alberga los logros de 30 años de investigaciones, a cargo de Luis Roca Torres y Sonia Arteaga. El primero residió 30 años en Zaña y ahora vive en Lima. Es autor del libro La Otra Historia de Zaña. Este recinto es visitado por importantes personalidades vinculadas al mundo negro, entre ellos el embajador de Sudáfrica en el Perú, Streeter Christiaan Jacobus.
Precisamente aquí está el Museo Afroperuano, a través del cual sus promotores sintetizan el discurrir histórico de la población negra que fue esclavizada durante la Colonia, y que posteriormente formó parte del mestizaje peruano.
Este es el primer museo en su género en el Perú, pues es una institución de culturas vivas dedicada a la conservación, estudio y exhibición de la vida, lenguajes, literatura, historia, música y arte de los pueblos afroperuanos y su relación con otras etnias.
El museo cuenta con cinco salas. En la primera observamos fotografías en las que se plasman los rostros de algunos negros más notables del Perú, entre ellos Capote y Zaña (Lambayeque), Lima, Chincha (Ica) y Yapatera (Piura).
En Zaña está Brando Briones, socio del museo y uno de los mejores decimistas residente en Lima. O también los Hermanos Leyva o los futbolistas de Alianza Lima. Inclusive, una camiseta del extinto César Sussoni, fallecido en el accidente del Antonov. La devoción al Cristo Morado (imagen pintada por un negro de Angola) y gente morena bailando, son otras escenas presentes. Estas imágenes, en su mayoría, pertenecen a Oscar Chambi, Jorge Vásquez y el Chino Domínguez, que las donaron al museo.
En la segunda sala encontramos reproducciones de las pinturas y dibujos de Guamán Poma de Ayala, quien grafica la vida de los afrodescendientes. Así tenemos un croquis de Zaña y una carta de la compra de un esclavo en Chincha. Asimismo, el obispo Baltasar Martínez de Compañón y Bujanda, quien muestra las actividades domésticas que cumplían los negros, y su relación con los hacendados. En este espacio está la imagen del negro rey, un personaje de color que se disfrazaba con una máscara blanca.
Los dibujos de Pancho Fierro muestra el quehacer de los negros, al igual que las fotos de Eugene Courret que nos muestra a los aguateros, las tamaleras y a las nanas de leche (daban de lactar a los hijos de los blancos). En un lugar especial está el decreto de libertad que emitió Ramón Castilla.
La tercera sala dedicada al arte. Contiene pinturas, tallas de madera y artesanía, entre las que destacan tallas de Madera Cuba, chumbeques y muñecos, artesanía negra peruana (Navidad Negra), y el dios Changó y Orishas.
El dios changó se caracteriza porque a éste se le agradece con una fruta jugosa solo si cumple con nuestras peticiones, de lo contrario es insultado.
La cuarta sala: De música y danzas, exhibe instrumentos de percusión utilizados por los afrodescendientes en el Perú y en algunas partes de América Latina, como el Cajón y la Marimba (Ecuador). O máscaras de la danza del Son de los Diablos o el Capaq Negro del Cuzco. O los fonógrafos (vitrolas, que si bien fueron instrumentos musicales de cuerda que usaban los españoles, los afrodescendientes los hicieron suyos).
También se aprecia discos de carbón, LP, cassetts, Cd's de música negra peruana y latinoamericana. Asimismo, videos de cantos y danzas (Toña la Negra, Benny Moré, Bola de Nieve, Compay Segundo, Lucha Reyes, Susana Baca, Bartola, Tania Libertad, entre otros).
A través de pinturas del siglo XVIII y el XX se muestra la contribución de los “negros” en la música, canto y danza (landó, zaña, zamacueca, mozamala, baile tierra, la marinera, el son de los diablos, etc.). Hay una colección única de música y cantares negros de la costa peruana.
En la sala del trabajo se presentan los instrumentos que usaban en las labores que cumplían en el campo y en la ciudad (barriles para cargar el agua, lecheros; asimismo, piezas de caballerizas, que si bien tienen origen español, luego lo usaron los negros en las zonas rurales.
Los objetos que utilizaron las mujeres nos traen a la memoria su duro trajín (planchas a carbón, peroles gigantes en los que elaboraban los más exquisitos dulces, tales como chancaquitas, frejol colado, arroz sambito, natillas, turrones.
Al llegar a la sala de los castigos se me vienen a la memoria las escenas que describe Enrique López Albújar, en Matalaché, obra en la que se muestran los duros castigos que infringían los patrones a los esclavos en tierras piuranas. Ahí están los fierros fríos: cepos, cadenas, grilletes o la carimba (con los que los marcaban). En el cepo se les colocaba la cabeza y se les mantenía a pan y agua durante semanas.
Al fondo, confundidas entre la vegetación del jardín están cinco carretas de madera utilizadas para cargar la caña de azúcar en los años en los tiempos de la colonia. Estas son símbolo de las casas- hacienda.
Juana Sono, una de las impulsoras del museo, explica que se proyecta acondicionar una sala de religión, donde colocarán las imágenes de San Martín de Porres y Santa Exigencia, una deidad muy venerada en los países del Caribe, inclusive en Chincha. Además, la santería negra.
Al dejar atrás el museo, camino por esas calles solariegas de Zaña, y no puedo dejar de mirar a su gente que sin conocerme me saluda amigablemente, con esa sonrisa a flor de labios, característica de los herederos de la raza negra. No puedo ocultar la emoción que me embarga sentirme parte de este país diverso y pluricultural.
MAS INFO
La instalación del museo fue la iniciativa de un grupo de lambayecanos interesados en rescatar el legado histórico. Fue inaugurado el 19 de marzo de 2005, pero alberga los logros de 30 años de investigaciones, a cargo de Luis Roca Torres y Sonia Arteaga. El primero residió 30 años en Zaña y ahora vive en Lima. Es autor del libro La Otra Historia de Zaña. Este recinto es visitado por importantes personalidades vinculadas al mundo negro, entre ellos el embajador de Sudáfrica en el Perú, Streeter Christiaan Jacobus.
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