30/12/07

A LUNDERO LE DÁ

Zaña, impregnada de
historia y tradición


Guido Sánchez Santur
sasagui35@gmail.com

Los restos de las iglesias y del monasterio San Agustín evidencian la grandeza rebosante que otrora tuvo este pueblo, aquella villa de Santiago de Miraflores, de hidalgos españoles que competían en nobleza con los trujillanos. Su fama de fiesteros y parranderos rebasó sus fronteras, lo cual no tuvo distingos sociales, pues los negros, mulatos y mestizos le dieron el toque de excentrismo a ultranza, tanto que los sacerdotes con frecuencia anunciaban terribles castigos divinos.
La naturaleza se encargó de hacer realidad estas amenazas. En marzo de 1720 fuertes lluvias, truenos y rayos aterrorizaban a los habitantes, quienes presas del pánico huyeron a lugares más altos en busca de refugio. El río entró en la ciudad y corría a gran velocidad por la plaza y las calles, atravesando y derribando las viviendas; sólo quedó en pie la iglesia parroquial y algunos conventos, como lo relató el escribano Antonio de Rivera. Pero, antes, en 1668, el pirata británico Edward Davis, había saqueado la ciudad. Atemorizadas las familias españolas más representativas abandonaron Zaña, y quedaron los negros y mulatos, con una población bastante numerosa que refundaron la ciudad en 1722, pero ya no tuvo el apogeo de antes. Aunque no todo fue desagracias, aquí vivió Santo Toribio de Mogrovejo, quien falleció en estas tierras el 23 de marzo de 1606, un día de Jueves Santo.
Sobreponiéndose a las tragedias, en el corazón de esta gente nunca dejó de latir esa alegría que lleva en la sangre. Así los encontramos ahora, amables, conversadores y siempre recordando a los afamados cumaneros que radicaron en esta villa y quienes pusieron su cuota alegría, sarcasmo y poseía a la vida cotidiana.
Según Nicomedes Santa Cruz los esclavos negros trajeron numerosos cantos y danzas, que interpretaban en las famosas fiestas nocturnas de Zaña, una de éstas fue el llamado "lundú" (de Luanda, capital de Angola) y a los bailadores se les llamó "lundero", como en los estribillos de la canción Zaña.
Precisamente este baile, de alto contenido erótico, escandalizó al clero, que se encargó de anunciar los castigos divinos por esta "danza maldita", a la que se le atribuye ser el antecedente del tondero. Las letras se han convertido en pícaras alusiones sobre temas y situaciones amorosas.
El salero, sensualismo y picardía lo apreciamos cuando hombres y mujeres caminan por la calle, y cuando van al río –bajo un antiquísimo puente colgante- donde no solo lavan su ropa, sino que también se bañan para refrescarse del intenso calor.
En este contexto histórico, Luis Legoas López, se ha convertido en uno de los principales conocedores del denso pasado de Zaña y no duda en explicarnos cada detalle de lo que fueron las cuatro iglesias más importantes: San Agustín, La Merced, La Matriz y San Francisco, las forman parte del corredor turístico asociado a los restos arqueológicos del cerro Corbacho donde hay paredones preincas, similares a Chan Chan, pero bastante deteriorados.
En general, las estructuras de estas iglesias se encuentran muy deterioradas, desperdigadas entre los campos de cultivo, pese a lo cual evidencian la calidad arquitectónica y los murales que fueron pintados durante la época colonial. Ahí radica la enorme importancia que tuvo esta urbe en aquellos tiempos.
Y claro, no podemos dejar de lado el primer museo afroperuano que atrae a muchos visitantes del Perú y el extranjero ávidos de conocer el legado de la raza negra en el Perú.
Muy cerca está el distrito de Cayaltí, donde encontramos un criadero de caballos peruanos de paso con más de 300 ejemplares de propiedad de la empresa agroindustrial del mismo nombre. Aquí se puede alquilar los equinos para cabalgar, y recorrer los extensos campos de cultivo de caña de azúcar o simplemente los verdes campos que nos purifican el espíritu.
Entre su gastronomía destacan principalmente los platos en base a cerdo (arroz con chancho, estofado, mechado, enrollado de chancho, patitas con garbanzo, adobado y otros).
La dulcería está bastante arraigada y se remonta a la época de la Colonia. Entre los principales tenemos: dulce con membrillo, confite, huevito de manjar blanco, naranja rellena, higos rellenos, dátiles de manjar blanco, etc.
Estas son las múltiples razones que convencen a cualquiera para enrumbar a esas tierras norteñas, donde los algarrobos se yerguen entre los arenales y se imponen en el cálido desierto.

INTENSIDAD RELIGIOSA
El Convento de San Agustín es la obra de mayor valor arquitectónico. Dice Harth Terré que éste es, sin lugar a dudas, la joya arqueológica de la arquitectura goticista que fraguó en Zaña esos monumentales templos y monasterios. Ese término Goticista lo empleamos, indudablemente, con cierta reserva. Más tiende al adorno y no a la textura gótica. Las bóvedas se tienden sobre arcos cruzados en carpanel para rematar en los arcos torales y formeros de medio punto. Es propio observar que los arcos de este templo cumplen con esta regla romana adoptada por el artista renacentista. Esta obra sería de fines del siglo XVI.
la iglesia San Francisco fue de una sola nave. Su obra conforme a estudios históricos del padre Antonio Tibesas data de la última veintena del siglo de fundación de la Villa, es decir de 1585 a 1590. San Francisco una vez más resalta un interesante ejemplo de iglesia de una sola nave cubierta de tijerales y adornos a lo modular, con Presbiterio en Bóveda Cruzada como estuvo de moda hasta fines del siglo XVI y siguiéndose la tónica de la Mayor de Asís en nuestra ciudad de Lima.
La iglesia de la Merced, fue edificada por los mercedarios que llegaron a Zaña en 1637. Ha quedado en pie el altar, franquean el frente dos torrecillas a modo de campanarios, la portada apunta ya al Renacimiento Clásico; es obra de líneas y abultamiento, pero las pilastras dóricas tienen más relieve; aún cuando la cornisa es de poco resalte y el frontón quebrado para ubicar un nicho rectangular, no cumple muy exactamente con las reglas canónicas.
La iglesia matriz es de tipo basilical con una nave central más alta y dos capillas laterales más bajas para permitir las ventanas. Aún se conservan los fragmentos de pinturas murales. Esta iglesia sería construida a fines del siglo XVI y comienzos del siglo XVII.

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